Atentos, señoras y señores, en
unos segundos…la eternidad, dice el jefe de pista mientras el trapecista ultima
los detalles de su intervención.
En la oscuridad de la carpa, una
luz amarilla lo inscribe en el centro de un círculo dorado.
Y ahí viene; cuádruple salto
mortal sincopado, doble tirabuzón invertido en Re
menor y adagio
final, por los siglos de los siglos.
Hasta el payaso se ha quedado sin
sonrisa.
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