No se lo voy a contar, no se lo voy a
describir. No puedo y no sé.
Les dejo aquí sus normas para el día a día,
puede ser de su interés tenerlas presentes antes de poner el pie en la calle
cada mañana.
1.- No valores nunca las apariencias, ni busques compensaciones en la
entrega. Sería comercializar el amor.
2.- Se discreto en las conversaciones; es fácil patinar y la intimidad de
las personas es sagrada.
3.- No juzgues lo que te desagrada o no entiendes. Pregunta: es más fácil y
provechoso. Guarda tus iniciativas y criterios en algo que desconoces en
profundidad. Recuerda que has venido a servir y que el Cottolengo es una
familia y todas tienen costumbres a las que hay que adaptarse…
4.- ¡Acompaña pero no sustituyas al enfermo en aquello que puede hacer!
Recuerda que la eficacia puede ser enemiga del amor y que frente al
sufrimiento, el silencio es una forma de compartir. No te sirvas del enfermo
para desahogar tus problemas. Jesús vino a compartir.
5.- Procura controlar tus emociones y evitar las miradas de asombro, sé
sencillamente amable.
6.- Cualquier servicio que hagas, aunque no esté relacionado directamente
con el enfermo, como limpiar zapatos, barrer, limpiar carros etc. es tan
importante como darle de comer o acostarlo. Hagas lo que hagas, el servicio al
enfermo está presente hasta en las cosas más pequeñas.
7.- Al entrar en el Cottolengo, procura dejar tus preocupaciones fuera. Los
primeros tiempos pueden ser difíciles. Todo es cuestión de constancia.
8.- Ven a ayudar a los enfermos en todo lo que puedas, pero sobre todo hazles
compañía y conversa con ellos. Tú palabra y sincera amistad serán muy
apreciadas.
9.- Excluye de tu trato con los enfermos toda superioridad o paternalismo. No
les trates con ternura infantil o como anormales. Tienes mucho que aprender de
ellos.
10.- No presentes al enfermo nuestra sociedad de consumo, el mundo “exterior”
como “ideal”. Primero, porque no es verdad. Segundo, porque no le ayuda a
aceptar su vida sino a envidiar otras. La aceptación es su mayor riqueza y
tenemos que aprenderla también nosotros. Tal vez con el tiempo te des cuenta de
que el Cottolengo es mucho más “real” de lo que parece.
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