Ella tiene veintitantos. Él por ahí anda.
Va a tomarle de la mano después de acariciarle varias
veces por encima del pantalón vaquero.
Va a morderle los labios, a dejar en ellos una promesa y
su señal.
Va a desear tropezarse muchas noches con su cuerpo al girarse
en la cama.
Va a escribir su nombre en la última línea de la arena que
borra la marea cuando sube.
Va a quemarle la sangre en cada latido
Va a escuchar un rumor de fondo por cada silencio.
Va a sacudir los días al despertar, por ver si se cae del
cielo otra nube cargada de gloria.
O tal vez no…
Tal vez va a darle un último trago a la penúltima copa
vacía. Va a pisar a fondo en la recta. Va a buscarle los ojos antes de regresar
al frente para escribir la curva a derechas. Va a reventar a ciento por hora el
vehículo contra el talud de la vía, para mezclar en mil piezas de puzzle, tierra
y cuerpos.
Va a quedar la noche pintada color de rosa con tanto
sueño tropezando de repente.
Me ha encantado este relato!
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