Corres desesperado como si tuvieras prisa
por borrar el mundo por arte de magia.
Aquí, aquí, aquí…
Ahora, ahora, ahora…
Cabes en mi mano y no hay quien te detenga.
Hieres el ánimo de los locos, descompones a los que esperan y apagas la
esperanza de los frágiles de espíritu.
¿A ti quién te dijo que podías venir?
Disparas nubes a toda velocidad. Acorralas
hojas en las esquinas. Levantas olas poderosas que se mueren por deshacerse
contra algo sólido y erosionan indiscriminadamente: minerales, personas,
mobiliario.
He visto pájaros capaces de jugar durante
horas en el centro de tu cólera y árboles centenarios que se inclinan a tu paso para
sobrevivir a la embestida.
¿Quién te ha visto? ¿Quién te ve?
Condenado a rolar invisible por mar y
tierra. Tú, que no sabes de fronteras y te haces llamar distinto en cada puerto,
de mar o montaña, del uno al otro confín.
…tramontana, gregario, levante, siroco,
ostro, lebeche, poniente, mistral, ábrego, cierzo…zonda, pampero, sudestada,
alisio, catabático, anabático, solano…kóshkil, cudo, banber, etesio,
brickfielder, elefanta, khamsim, bagomo…
¿Tanto te cuesta ser tú?
Tantas
máscaras para una sola entidad no puede ser por buena cosa. Uno para todos y todos para uno.
Llevas penas y traes plagas. Todo cabe en
tu etérica barriga, mientras dura el suspiro. Purificas y maldices. Acosas y
liberas. Eres suave y dulce con la cometa y osco y rudo con la piedra.
Sí, debe de ser difícil ser tú, vivir
atrapado en una naturaleza tan voluble.
No te entretengo más, que si te paras
desapareces. Solo resta por delante, desearte buen viaje, buenos aires.