Desconecta del pasado para tener un futuro.
La receta dice que cinco minutos bastan para soñar toda una vida.
Si la fortuna te da la espalda, si los vientos no descubren nuevos
horizontes, si las noches no se alivian con el amanecer, si siempre nunca es
bastante, ni mucho ni poco sirven para tu contento, has de saber que existe una
estrategia mágica donde la luz gana a la sombra.
Busca cobijo en la noche más corta y hazte fuerte en ella. Anuda
un puñado de recuerdos sobre astillas de maderas nobles, papeles viejos que ya
no hablan de ti, fotos lastimosas, ramas secas laceradas por la intemperie,
aquel mueble ruinoso que hizo las veces de mesilla en la infancia, travesaños
aquejados de polilla y nostalgia, alguna que otra carta de amor descosida por
fin del corazón, el tiempo que solidifica al pasar.
Deja que se vaya lo malo. Respira hondo. Acerca la llama sobre
la pira funeraria. Permite que fluya el fuego y que tu espíritu se lave con el
humo purificador. Vuela.
Después, que el despertar del nuevo día te sorprenda en tierra
extraña; piel tiznada, ropa hecha jirones y la mirada aun caliente, titilante del guerrero
que ha vencido la batalla de sí mismo.
Todo arde y la vida está a punto de empezar otra vez.