Hay detalles que te salvan la vida sin que tú repares en
ello. Un libro finito, de dorso en tonos azul, puede, por ejemplo, convertir un
erial aburrido en un verano dulce y apacible. Nadie te puede robar un paraiso
conquistado con el corazón.
Recuerdo entre mis manos cientos de veces “Pequeños equívocos
sin importancia”, como un viejo amigo con el que poder sentarse de
cuando en cuando y recitar…y te acuerdas
aquella vez que…
Después y antes estuvieron todos y cada uno de los libros de
Antonio Tabucchi.
Pero uno, aunque los quiere a todos por igual, siempre tiene en los ojos el
reflejo del favorito.
Hoy, en el cementerio de Prazeres de Lisboa, Antonio
Tabucchi, el amigo íntimo al que no pude conocer, vuelve a la tierra. Debió de
pensar que se estaba haciendo cada vez más tarde y que una dama, a la que no se
debe hacer esperar nunca, aguardaba por él en Porto Pim.
Desde esta azotea
para dudar de todo y tod@s, quiero pensar que aun puede escuchar, alto y claro,
Gracias y Buen Viaje.
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