jueves, 29 de marzo de 2012

Antonio



Hay detalles que te salvan la vida sin que tú repares en ello. Un libro finito, de dorso en tonos azul, puede, por ejemplo, convertir un erial aburrido en un verano dulce y apacible. Nadie te puede robar un paraiso conquistado con el corazón.
Recuerdo entre mis manos cientos de veces “Pequeños equívocos sin importancia”, como un viejo amigo con el que poder sentarse de cuando en cuando y recitar…y te acuerdas aquella vez que…
Después y antes estuvieron todos y cada uno de los libros de Antonio Tabucchi. Pero uno, aunque los quiere a todos por igual, siempre tiene en los ojos el reflejo del favorito.
Hoy, en el cementerio de Prazeres de Lisboa, Antonio Tabucchi, el amigo íntimo al que no pude conocer, vuelve a la tierra. Debió de pensar que se estaba haciendo cada vez más tarde y que una dama, a la que no se debe hacer esperar nunca, aguardaba por él en Porto Pim.
Desde esta azotea para dudar de todo y tod@s, quiero pensar que aun puede escuchar, alto y claro, Gracias y Buen Viaje.

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