Ojo por ojo y el mundo se quedará ciego
La historia viene de lejos, es bien
conocida, pero precisamente por eso conviene contarla otra vez.
Érase una vez una ciudad sagrada, dividida
en dos por una frontera invisible, sinuosa, un fino alambre sobre el que
balancearse peligrosamente.
Estratégicamente ubicados en cada lado de
la frontera, elevados, velando por los sueños y el orgullo de su pueblo, dos
ojos que apenas pestañean. Dos soldados en imaginaria. Dos vigilantes que
guardan y hacen guardar la ley, caiga quien caiga…
Dos francotiradores impolutos que abrazan
su gatillo como si acariciasen su propia alma. Como el accionamiento metálico
es sensible y el umbral de la provocación está por los suelos, cada vez que
algo se sale de su sitio, al otro lado de la frontera: calibran, apuntan y
derriban.
Entonces el tirador del otro lado, siente
la sangre del caído lastimando su ojo, pues desde su privilegiado puesto de guardián
es capaz de verlo todo. En represalia por la afrenta, despiadada e injusta (esto
no admite discusión) procede, por el bien de su pueblo, conforme a los
siguientes pasos: busca, calibra, apunta y derriba. Así tres veces. Porque cada
vida de su lado equivale a tres del otro. Lejos de cerrar aquí el episodio, el
lado contrario percute de inmediato seis veces sin errar ni una sola. Porque
tres vidas de su lado merecen seis del otro para sanar la afrenta…
Tardarán días en detenerse, es la inercia.
Además, todos los derribados suponen una
causa justa, faltaría más.
Nadie sabe cómo empezó pero sí como
continuará. A unos nunca se les cansa el dedo sobre el gatillo, a los otros
jamás se les acaban las cabezas que ofrecer en sacrificio. Unos son el pueblo
elegido, otros se declaran el pueblo oprimido. Unos fueron perseguidos sin
piedad y ahora persiguen sin piedad. Otros aceptan su sufrimiento y siempre
encuentran una piedra con la que ofender…
¿No se cansan de su esfuerzo inútil? ¿No les
agota tanta derrota repetida? ¿No les aterra vivir enamorados de en un destino
en el que exterminas o eres exterminado?
El infierno es una batalla que no se puede
ganar jamás.
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