jueves, 2 de agosto de 2012

Luna





Cautivo y desarmado, sin credenciales ni pasaporte que de fé, presento mi rendición a una luna llena que altera éste y todos los estados de ánimo posibles.

Las tardes son demasiado largas y las noches se hacen esperar sin clemencia. Para combatir tanta zozobra, me arrojo a las calles sin más frontera por delante que los pasos que me sacan de aquí para depositarme allí.

Me gustan los parques y los jardines donde los amantes se besan como si fuesen invisibles. A veces, en las terrazas de los bares, me parece que llaman por mí, pero son apenas los ecos de otros nombres que en realidad no conozco.

Sentado en un banco de la alameda, con privilegiada visión periférica, me distraigo con los juegos de un niño que rondará los cuatro años, africano deduzco, tal vez etiope aventuro, y me pregunto si de tarde en tarde no siente como una punzada de nostalgia, de eriales abrasados por el sol y una brisa en la cara que habla de animales salvajes. Tiene que ser.

Le pregunto como se llama y me enfoca con dos ojos enormes que enseguida reconocen un animal herido. Me atrapa la intención sin esfuerzo y con gusto le propondría asaltar la colina más cercana, por ver si descubrimos del otro lado una manada de antílopes o el porte de dandy de un león triste y solitario. Lo llaman desde su espalda y sin decir palabra nos prometemos un día para una aventura todavía más grande. Me parece que no se imagina todas las cosas que se ven a cámara lenta en el fondo de sus pupilas.

El turista se agolpa sobre las veredas, despliegan mapas y tropiezan sin querer con todo lo que está quieto. Los bares rebosan y el jaleo campa a sus anchas. Risas, idiomas que no me dicen palabra. Un espectáculo callejero y música sin rumbo. No hay tregua para este ritmo de locomotora desbocada.

Pienso en un león africano que sueña con mi corazón blanco.

La luna llena inscribe por fin su elegante perfil en el cielo, sé que calla más de lo que cuenta.

Creo que si supiese el camino de vuelta, regresaría a casa ya.


Foto: Rocío Brage

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