viernes, 19 de julio de 2013

Filosofía



Si vienes a verme, caminaremos sobre la marea baja, pisando un césped fresco de algas rojas, hablando de filosofías extinguidas y de las leyes caprichosas que rigen el paso del tiempo.

Nos levantaremos antes del amanecer, que nos sorprenderá pisando tierra con los pies descalzos, eligiendo una lechuga y un par de tomates para el almuerzo.

Embocaremos la tarde al abrigo del té helado, cobijados bajo la sombra generosa de un limonero que recuerdo siempre allí. Completaremos el capítulo bañados en buen salitre que sellará nuestros poros, que tendrá a bien borrar y suturar todas las heridas aun abiertas. Las que se ven y las que no.

Al final de la jornada, sobre el acantilado, palpitaremos atentos al cambio de luz en la hora bonita y creeremos a ciegas que somos pájaros planeando sobre la brisa que peina la costa en el instante justo que sigue a la caida del sol.

Te diré que sé de un lugar donde volver a empezar es posible a cada rato; basta con conjugar en presente querer y creer.

Si vienes a verme, no habrá más pena ni olvido, los relojes se volverán objetos de otro tiempo y comprobaremos que, en verdad y sin remedio, somos eternos, por los siglos de los siglos.

Ay si vienes a verme…
Vestiremos camisas blancas, pantalones cortos y aprenderemos juntos a escuchar esa voz velada, sin color ni sabor, que susurra secretos que solo aquí y ahora se pueden escuchar.

Así será, si vienes a verme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario