lunes, 13 de agosto de 2012

Poesía


¿Cómo terminará todo?

Tarde o temprano tendremos que parar y volver a empezar.

Tuvo que haber un tiempo, antes del lenguaje y sus múltiples variedades, en el que todo se decía sin decir y ninguna cosa tenía nombre. Un espacio virgen de letras y cargado de esperanza.

E incluso entonces, todo estaba escrito.

Pregunten al primer científico que pase, qué ocurrirá cuando nuestro universo traspase la puerta de atrás. Esa es la única pregunta que a la postre cuenta y a la que cualquier sabio responderá con un gesto inequívoco. No ha lugar a las palabras.

Antes del Big-Bang todo fue igual tal cual ahora es. Desde entonces hasta aquí: condensación, expansión, implosión, gravedad, agregación, energía, variación, entropía,  espacio, tiempo…y todas esas palabras con las que Dios juega a los dados de tarde en tarde.

Antes o después, volverá a suceder. No queda otra. Lo que va, vuelve, si no se detiene antes, en cuyo caso, espera y después...vuelve.

Mientras tanto, aprovechen el suspiro que nos contiene.

Atrapado por el insomnio, tumbado boca arriba en la azotea, busco desesperado, en el firmamento, estrellas fugaces. Dentro de miles de millones de años, alguien que responderá a mi nombre y se confundirá conmigo hasta el límite, realizará exactamente el mismo ritual. A la hora señalada, en el lugar convenido.

Necesito imaginar que, por el techo celestial, corren poemas que otro que decía ser yo, simétrico a mis límites, hace miles de millones de años, lanzó desde esta misma azotea. Poemas al universo cuya luz aun podemos capturar de un latigazo.

Así que déjenlo todo, queridos amigos, y pónganse a escribir poesía como locos. Será la única luz que les guie cuando se sientan perdidos hasta el infinito y más allá.



Foto: Rocío Brage

1 comentario:

  1. Poemas al universo No. 1:

    “Mi espíritu errante no sabe de galaxias”

    Quédate con la materia que me rodea,
    con mi carne, con mis fluidos,
    no me pertenecen;
    en el aire quedará,
    sólo por unos instantes,
    residuo de mi pequeña muerte,
    el aroma de mi cuerpo
    y el suspiro de mi voz,
    esencia de flor y ave
    que la oscura realidad
    empecinada esconde,
    fragilidad que vaga libre
    y jamás nadie poseerá.
    La Tierra seguirá moldeando formas
    que el Sol se encargará de colorear;
    es juego de niños
    aquel de los astros,
    es juego divino
    aquel tuyo y mío.

    JM

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